La Olla Solidaria Corazón Inmaculado de ARCORES Venezuela ubicada en Maracaibo, estado Zulia, es una más de esas obras que no se detienen y que en medio de la pandemia tuvo que reorganizarse a beneficio de aquellos que la necesitaban. Sin embargo, esta obra sufrió un cambio distinto, ya no solo tenía que atender a los beneficiarios regulares, sino que se sumaron miembros de la comunidad parroquial que se encontraban en condiciones difíciles.
Al inicio de la cuarentena, y al ser implementadas las medidas de prevención por las autoridades, la olla, que para ese momento atendía un promedio de 200 personas mediante la entrega de platos de sopa quincenalmente, se paralizó buscando la mejor manera de continuar ayudando.
“Dada las medidas impuestas nos vimos en la obligación de reorganizarnos para poder seguir trabajando, ya que la parroquia estaba completamente cerrada y el sacerdote no quería que se hiciera ninguna actividad hasta nuevo aviso”, informó Eduardo Sogliani coordinador de la olla.
Reinventándose para seguir
Luego, en el mes de abril retomaron sus actividades, pero con un nuevo mecanismo. Decidieron repartir bolsas con alimentos que ayudarán a paliar las necesidades de sus beneficiarios durante 15 días, esta fue la estrategia que mejor se adaptaba a la situación, y que les permitía seguir brindando respuestas. No obstante, durante ese primer mes de reorganización y adaptación observaron que dentro de su misma comunidad la carencia iba en ascenso.
“Surgió la necesidad de mirar primero dentro de casa (…) decidimos elaborar una lista de casos críticos de la comunidad parroquial para que se beneficiaran de las bolsas como primera opción”, comentó Sogliani.
Es así como a partir del mes de abril, se comenzaron a repartir las bolsas solidarias, donde un pequeño comité de 8 miembros se encarga de hacer y organizar la entrega de las donaciones. En total han logrado elaborar un promedio de 30 bolsas mensuales, que son entregadas a los casos más críticos de la comunidad parroquial y beneficiarios de la olla solidaria.
A pesar de ello, se han encontrado con la situación de que son menos las personas a las que pueden atender con la entrega de las bolsas que con la realización de la olla. Es importante la diferencia de costos que implica cada una de estas modalidades, se invierte mucho más dinero en la preparación de las bolsas y los recursos no son suficientes para cubrir la necesidad de todos los beneficiarios.
“Hemos tenido meses buenos, en los que hemos podido dar muchas bolsas de comida y atender a muchas familias, y hemos tenido meses en los que hemos podido hacer menos por la inflación, siempre con oración y con esperanza esforzándonos al máximo, hacemos lo que podemos con lo que tenemos”, aseveró el coordinador.
Para ellos es importante aumentar el ingreso de sus donaciones y así poder volver a atender a todos sus beneficiarios. Para esto necesitan tu apoyo, y hay muchas maneras de hacerlo, pregunta cómo.