René González, ARCORES Brasil
Paseo por Leblon
Todos los días doy un pequeño paseo para no llevar una vida completamente sedentaria. Ese paseo me ayuda a distraerme y conocer el barrio donde trabajo y saber dónde encontrar pequeñas cosas que se necesitan en el día a día. Curiosamente intento cambiar de ruta para no ver siempre la misma realidad. Sin embargo, tengo siempre una tendencia a ir por las mismas calles.
Este barrio de Leblon (Rio de Janeiro) tiene muchas tiendas bonitas, pero, sobre todo, tiene un centro comercial inmenso. Fue construido para alegrar los ojos de quien entra y desear un montón de productos que te incentivan a gastar dinero. Y eso en un ambiente de limpieza, buen aroma, música suave y aire acondicionado. A veces digo que esos tipos de centros comerciales son las iglesias de la actualidad. Muchas personas se sientan en los bancos a mirar sus teléfonos o ver gente pasar porque, tal vez, no quieran o no puedan comprar nada. Casi es un milagro estar ahí sin adquirir nada.
Necesidades
Si analizamos esa realidad, debería cuestionarnos. El centro comercial está justo al lado de una iglesia y tengo que hacer un gran esfuerzo para no entrar en el centro comercial y entrar en la iglesia a buscar un momento de oración y paz. Al final, todos tenemos una necesidad de algo; a veces una necesidad espiritual y otras veces una necesidad material.
Normalmente, el consumismo tiene su origen en el propio vacío de la persona o en un deseo de felicidad que nunca es completo. Aquí, en Brasil, una cadena de tiendas en línea muy conocida y semejante a Amazon usa el lema “Venga a ser feliz”, precisamente porque no conseguimos ser felices y estar satisfechos con nuestras vidas. Nos convertimos en juguetes de la publicidad y de nuestros propios deseos. En realidad, ese producto que compramos (ropa, móvil, coche, reloj, etc.) nos hace experimentar una pequeña alegría o recompensa psíquica con fecha de caducidad próxima, hasta que compremos otra cosa.
Satisfacción
Se puede decir que ningún bien material puede traernos una satisfacción completa y duradera a través únicamente de los sentidos. De hecho, la paz interior, la harmonía familiar, la sociabilidad o la autoestima son valores que no se compran en un centro comercial o en una página web.
Por tanto, la cuestión es: quién tiene necesidad de comprar algo debe valorar su necesidad real de compra. Se dice alguna vez que los productos nos hacen experimentar los “efectos de la verdad”. ¿Para ti cual es la Verdad? Finalmente, me gustaría recordarte que el Black Friday está muy próximo.
“Mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir. […] La sobriedad que se vive con libertad y conciencia es liberadora” (Papa Francisco, Laudato Si’).