René González, ARCORES Brasil
Pensar
Un amigo me pidió que considerara escribir algo “bonito” en lugar de hablar de la pobreza, violencia, egoísmo y tragedia en la que está sumergido el mundo.
La petición de ese amigo me hizo pensar. Eso es lo que algunos amigos te hacen hacer: Pensar. De hecho, pensé en lo que me estaba pidiendo que hiciera y por qué. Por lo tanto, este artículo podría llegar a ser bonito, o tal vez no.
Esperanza
Creo que ese amigo, como muchos de nosotros, quiere escuchar que, en medio de toda la violencia, pobreza y tragedia que envuelve al mundo, la humanidad y la esperanza existen. Es como si anhelásemos un respiro o un descanso ante esa realidad que nos rodea. De lo contrario, nos hundiríamos aún más en la resignación y la desesperación.
San Agustín decía que la esperanza eleva nuestra alma, “la cual no puede subsistir sin gozo, aun cuando nos hallemos en trances penosos durante esta vida y llenos de inquietudes y tempestades” (Serm. 145).
En realidad, no soy la persona que tiene todas las respuestas y soluciones para todo. Ni siquiera sabría aconsejarle dónde y cómo se puede encontrar la esperanza, en particular. Todos estamos en el mismo barco. Con esa advertencia, trataré de escribir a ese amigo y a ti (si estás dispuesto), dónde encuentro esperanza sin sucumbir al sentimentalismo. En cuanto a las recetas sobre cómo redescubrir la “humanidad”, dejo ese antiguo enigma a los historiadores, sociólogos y filósofos.
Hay dos maneras, creo, en que la mayoría de la gente viven la vida.
Viuda con cinco hijos
Mi amiga de la Rocinha (“comunidad” de Rio de Janeiro) ha vivido lo que se llamaría una “vida inconsciente”, según algunas corrientes de pensamiento moderno en psicología. Quedó viuda relativamente joven y dedicó todo su tiempo, exclusivamente, a criar a sus cinco hijos. Imagino que, para esa mujer, era imposible tener energía y tiempo para leer algo sobre filosofía y mucho menos, hacer una pausa para reflexionar sobre la violencia, fealdad y rabia del mundo a pesar de haber soportado todo eso en su propia carne. Estaba preocupada por sus propios problemas y cómo cuidar de sus hijos.
Todos los días se levantaba y se ponía a trabajar para ganar un poco de dinero y proporcionar una cierta estabilidad para sus hijos. Ni siquiera tenía televisión, radio, coche ni tiempo para celebraciones de familia o vacaciones. Solo tenía tiempo para trabajar, cuidar de la familia, dormir y repetir de nuevo todas las cosas al día siguiente. Era una vida realmente dura. El objetivo era mantener a flote su barco de necesidades (con sus hijos en él) lo mejor que podía. Su vida fue un ejemplo de persistencia y sacrificio.
La familia
En este año, dos de sus hijas vivieron uno de los momentos conmemorativos de la vida que hacen posible la alegría y la esperanza: se graduaron. Una en formación profesional y la otra en la universidad. Las dos dicen que les gustaría ayudar a los que necesitan ayuda.
Encuentro esperanza, en gran parte, donde mi amiga encontró esperanza. Ella encontró esperanza en sus hijos y en la familia. Tú también puedes encontrar esa misma esperanza. Los verdaderos amigos o la propia comunidad religiosa son una fuerza de ánimo y esperanza en nuestras vidas.
Un ejemplo en Sierra Leona
Más allá de la familia, hay seres humanos como Ambrose Koroma, un médico y profesor de Sierra Leona que realmente sufrió durante la guerra. He contado en algunas ocasiones a mis amigos varias historias sobre Ambrose porque él es la personificación de la esperanza.
Cualquiera que haya conocido su historia familiar, sabrá de la grandeza de este hombre. Dos de sus hijas fueron violadas por los soldados rebeldes durante la guerra de Sierra Leona. Ambrose pasó de ser un padre dominado por el dolor y la rabia a ser un apóstol de la esperanza y la gracia de Dios. De hecho, fue capaz de curar hasta al mismo soldado rebelde que violó a una de sus hijas.
Caridad y perdón
Tuve el privilegio de escuchar y aprender de Ambrose. Aprendí que la violencia, la tragedia y la rabia pueden ser superadas por la comprensión, la compasión y el amor. Aprendí que la ira es insostenible y, en última instancia, corroe el alma. He aprendido que la caridad es la acción tangible de la esperanza.
Ambrose no da lecciones, sino que alienta o anima a otros a hacer lo que él ha hecho: curar a las personas que necesitan ser curadas; perdonar a las personas que necesitan ser perdonadas; y defender la esperanza cuando parece ingenuo o ridículo.
Querido amigo, gracias por hacerme pensar y recordar. Tú también tienes nuevos motivos para encontrar esperanza cada día. En ARCORES, la Red Internacional de Solidaridad Agustina Recoleta, proponemos la solidaridad como instrumento para vivir la esperanza y el encuentro con Dios a través de las personas.