Los más desfavorecidos de la zona 14ª de Ciudad de Guatemala saben que en la Parroquia San Judas Tadeo siempre existe un sitio para ellos. Este centro, atendido por la Familia Agustina Recoleta, se ha convertido hoyen referente para cuantos el coronavirus ha dejado en la indigencia. A la ayuda tradicional y de formación que ya se facilitaba se añade ahora la provisión de alimentos y artículos de primera necesidad.
Pero no es la única ayuda que la familia Agustina Recoleta de Guatemala está desarrollando últimamente en el país. A 200 kilómetros de la capital, en Totonicapán, en la Parroquia de San Miguel Arcángel, donde se ofrece apadrinamiento a 200 niños y niñas, se ha puesto en marcha un programa para ayudar a familias en situación de vulnerabilidad extrema por la crisis del coronavirus.
Durante los meses de abril y mayo, se han preparado bolsas de alimentos y otros productos necesarios (maíz, azúcar, sal, café, aceite, pasta, jabón…), que han sido donados a 1000 familias. Además, a los allegados de los niños y niñas apadrinados se les ha hecho entrega de cuatro gallinas y cuatro plantas de tomates, para que puedan consumir los productos o venderlos para su beneficio.
La Parroquia San Miguel Arcángel, de Totonicapán, ha logrado sensibilizar a otras entidades y organizaciones comunitarias y vecinales del lugar y a los medios de comunicación con esta llamada de solidaridad, haciendo vida el lema de ARCORES: “Moviendo corazones, transformando vidas”.
Reflexión
El obispo de los pobres, Santo Tomás de Villanueva, nos invita a ser misericordiosos: “Muchas son las razones que nos deben mover a la misericordia. En primer lugar, nuestra propia miseria. “Al saber de desdichas, aprendo a socorrer a los desdichados” (Virgilio). Segundo, su gran utilidad, pues también nosotros necesitamos misericordia. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia (Mt 5,7). También el Sabio nos dice: Quien se compadece del pobre, da prestado al Señor, y éste se lo pagará con sus intereses (Prov 19,17). Fíjate la utilidad que nos recuerda el salmo: Dichoso el que se ocupa del pobre y desvalido; en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor. El Señor lo conservará, y lo hará dichoso en la tierra, y no lo entregará a la saña de sus enemigos. El Señor le prestará ayuda (Sal 40,2-4). Ved las muchas y grandes utilidades. Por el contrario, habrá un juicio sin compasión para aquel que no tuvo compasión (Sant 2,13). Por tanto, si estamos necesitados de misericordia, tengámosla con los hermanos. Nos provoca, en tercer lugar, a ser misericordiosos la gran multitud de infortunados que hay. Este mundo está todo lleno de necesidades y de necesitados, es como una gran hospedería de pobres… Cuarto: Nos debe mover a compasión la obligación que tenemos, bajo pena del infierno, de ayudar al que se encuentra en necesidad extrema. Está clamando contra nosotros la indigencia de los pobres y su clamor sube hasta la presencia de Dios. Uno tiene en abundancia de todo, y otro se está muriendo de hambre: ¿no pedirá Dios cuenta de esto? Duras palabras de Ambrosio: ¿Tú has visto a un pobre que se moría de hambre? Si no le diste de comer, lo remataste”. (Santo Tomas de Villanueva, Conción 199,5).