Todos los voluntariados tienen su imagen simbólica que permanece en la retina para siempre. Y el nuestro tiene nombre de mujer Simeona, una misión cumplida.
Como casi todos los días fuimos a visitar a una familia. Esta vez tocaba a Juana María. Ella tiene un hijo en el programa de becas. Su casa es muy humilde, de chapa y suelo de tierra. Lo que más nos llamó la atención no fue que no tuviera luz, sino que lavaban la ropa en el suelo en una piedra.
En la casa viven cuatro personas, Juana, su madre, Simeona, y sus dos hijos. Simeona es la encargada de lavar, de hecho, nos hizo una demostración para que viéramos cómo lo hacía. Todos nos quedamos sorprendidos. Se la notaba muy desgastada por el paso de los años. Pasaron los días y en la cabeza nos rondaba como ayudarla hasta que decidimos comprarla una pila.
Fue toda una aventura en la que necesitamos colaboración. Las pilas son de hormigón y pesan muchísimo.
Con gran alegría la llevamos, pero con mayor sorpresa y emoción la recibieron. No salían de su asombro. Asombro compartido cuando Simeona lavó, por primera vez, después de 47 años de vida, de pie su ropa. Era tal su alegría y felicidades que no nos lo creíamos. Sergio dijo: “Jamás he visto una cara de mayor felicidad”.
¡Misión cumplida!
La semana tuvo más cosas, pero nada comparado con lo anterior. También conseguimos unas gafas de sol para unos niños con fotosensibilidad, fuimos a una casa a hacer el rezo del rosario con la familia, nos despedimos de Rafaela y, gracias a Dios, no había vuelto a recaer y se notaba otro ambiente en su casa. También fuimos al complejo deportivo con los grupos de la tarde.
Como actividades extras en la última semana fuimos a un programa de radio. La emisora local Xetinimit nos invitó al programa de 20:00 a 22:00 que tiene las JAC (Juventudes de Acción Católica) para compartir nuestra experiencia y dar formación a los jóvenes.
También, Omar Bulux, uno de los universitarios becados nos presentó su libro “Una vida al borde de la eternidad”. Es un libro motivacional para jóvenes basado en su crecimiento espiritual que aborda todo tipo de temas. Está en busca de financiación, pero lo que nos presentó tiene muy buena pinta.
La anécdota de la semana vino de la mano de una de esas pequeñas escapadas a un mirador para ver la ciudad. En esta ocasión decidimos ir a Tambor abaj. Es una gran piedra desde donde se avistan los bosques de Totonicapán.
Subimos sin problema. Encima de la roca había ramitas de pino y como hacía tanto frío prendimos una pequeña hoguera. Al bajar nos encontramos con que el camino estaba cortado porque había caído un árbol. Nos asustamos porque parecía una emboscada. No hubo problema. Lo interesante es que la gente dice que fue una venganza de la naturaleza porque la piedra era un antiguo lugar de sacrificios mayas y allí no se pueden hacer incendios.
La experiencia ha sido maravillosa y terminó de una forma muy satisfactoria. Nos despidieron en la celebración dominical y nosotros también tuvimos nuestra oración compartida donde cerramos esta inolvidable experiencia que recomendamos a todos.
Para más información https://es.arcores.org/que-puedes-hacer-tu/voluntariado/