Las tres residencias de mayores a cargo de ARCORES Venezuela, gestionadas por las Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús, desde que se decretó el estado de alarma, el 14 de marzo, han extremado las precauciones para evitar contagios.
Los residentes en estos centros, situados en Maracay, en La Victoria (estado de Aragua), y en San Felipe (estado de Yaracuy), no pueden recibir visitas de familiares ni de colaboradores. Sin embargo, las ayudas para atender a los mayores no han parado. Casi siempre son en especie, y son recibidas en la portería.
Por su parte, el personal ha incrementado las ya habituales medidas de higiene, trabajando con mascarillas y limpiando las instalaciones con vinagre y cloro con regularidad. Asimismo, se hace un esfuerzo económico extraordinario para que los trabajadores eviten el transporte colectivo.
Gracias a estas medidas, ninguna de las personas mayores cuidadas en las residencias ha enfermado. Sin embargo, las hermanas han de salir todas las semanas a conseguir alimentos para abastecer los centros, lo que abre la puerta al contagio del virus; por eso procuran realizar grandes compras, y así disminuir el número de salidas. El cuidado y la protección de las ancianas son la prioridad de estos centros.
Reflexión
¡Tuvo que llegar el virus para darme cuenta de que estabas ahí!
En la rutina de la vida, en el ir y venir de un día cotidiano, nos encontramos con la dinámica del descarte, pues lo que consideramos menos importante es lo que retiramos de nuestra vida. La dinámica del descarte es consecuencia de la autosuficiencia y del egoísmo que lleva a la persona a cerrar los ojos a las necesidades de los demás y a centrarse en el disfrute personal.
Durante este tiempo de pandemia han ocupado un lugar especial los ancianos, hombres y mujeres que nos han antecedido en nuestro caminar. Ellos volvieron a ser visibles como víctimas de la soledad y el abandono. El cofre de experiencias que fue abandonado al ser considerado anticuado e inservible nos ha obligado a centrarnos en el tesoro más preciado, la vida. Tristemente, muchos ancianos nos abandonaron en medio del sufrimiento y la soledad.