Desde hace casi tres décadas, los programas de apadrinamientos de ARCORES Internacional han sufragado cada años los estudios de miles de niños en Perú, Guatemala, Colombia, Venezuela, Brasil Argentina, Panamá y República Dominicana. Actualmente son 866 los beneficiarios que, además de educación, reciben un importante apoyo alimentario para ellos y sus familias.
Los apadrinamientos se producen entre los 0 y los 19 años, dependiendo de la problemática de cada caso, y cubren su educación durante los años necesarios para terminar con una formación básica.
Este tipo de programas no solo ayuda a los niños y sus familias, sino que les impulsa a ir más lejos. Este es el caso de Levi Peralta, quien a sus 26 años nos cuenta qué ha significado para él estar apadrinado. A continuación puedes ver su entrevista:
Comienza por contarnos algo de tu vida actual.
Soy un joven de 26 años, que ya he terminado la universidad y actualmente estoy trabajando en una empresa Telfe de proyectos de construcción porque yo he terminado la carrera de ingeniero civil en la Universidad de Chota después de estudiar cinco años.
Soy el menor de cinco hermanos, y tuve otro hermano que murió joven por una enfermedad. Uno de mis hermanos, Jeremías Peralta, es sacerdote agustino recoleto, y trabaja en el colegio Fran Luis de León de Caracas.
¡Qué bien!, ¡cuánto me alegro! Pero, ¿puedes indicarnos cómo te ayudó el programa de apadrinamientos que tiene Arcores Perú?
Claro que sí. Mientras estudiaba la secundaria en el colegio San Juan de Chota en los años 2007 al 2010, incluido, estuve en el programa de apadrinamientos cuatro años. Los dos primeros años tenía unos padrinos de Barcelona. Pero, después de dos años murió mi padrino y entonces me asignaro una madrina, esta vez de Logroño, también por dos años más.
¿Qué opinas de este Proyecto Estrella y cómo te relacionabas con los padrinos?
Este programa me ha favorecido mucho porque aparte de los alimentos que me daban trimestralmente, para mí era muy gratificante saber que tenía personas en España que se preocupaban por mí, junto con mis padres Gregorio y Feliciana.
Esto me estimulaba a responder bien en mis estudios y moralmente me sentía obligado a corresponder con el sacrificio que hacían por mi tanto mis padres como mis padrinos. Cada tres meses yo les escribía, y procuraba hacer una carta bien hecha con buena letra, contándoles cómo iba en los estudios y les mandaba algunas fotos. Incluso después de salir del programa por un tiempo nos estuvimos carteando, pero ahora ya he perdido su correo electrónico y no lo hacemos.
Si quieres contarnos algo más…
Sí, que gracias a mis padrinos de España, yo he podido crecer y salir adelante. Por eso, hay que recordar a los niños y jóvenes que están en el programa que aprovechen bien los recursos que se les dan. Y que en este programa nunca nos faltó puntualmente la ayuda prometida con la que mis padres contaban todos los meses. Por eso, quiero decirles a los padrinos que están haciendo una gran obra con la niñez y juventud de Chota. Y que Dios les va a bendecir con salud y trabajo.