Durante las vacaciones, las chicas del Hogar Santa Mónica, obra de ARCORES para acoger a menores víctimas de la violencia física, psíquica y sexual en Fortaleza (Brasil), están desarrollando actividades para ayudar ellas mismas a los más necesitados. Luiza, psicóloga del centro, nos cuenta la experiencia en una de estas actividades:
“Fuimos a repartir sopa a la plaza Ferreira. Algunos querían comida y agua, pero otros solo querían que les habláramos de Dios, que se les diese una bendición por su salud.
Mientras un equipo estaba cerca de la camioneta distribuyendo la sopa, otras cuatro chicas y yo salimos a los alrededores de la plaza para llevar alimento a las personas que no se acercaban al vehículo. Ellas hablaban con la gente, jugaban con los niños y, según decían, se sentían importantes por llevar alegría a otras personas.
A veces lloraban al ver a los niños felices al recibir una galleta. Creo que esta experiencia les trajo a muchas de ellas emociones por haber experimentado también ellas el hambre. Se sentían con suerte al estar en el Hogar Santa Mónica, frente a los niños sin hogar que estaban en la plaza.
Yo estuve con un chico de 13 años con discapacidad intelectual. Las niñas me decían: ¿Tía, ¿no podemos llevarlo a la Casa do Menor?, que es una institución de protección a niños. Y cuando veían niñas sin hogar decían: ¿Las podemos llevar a casa?. Esto fue para mí muy impactante, porque la pregunta no era: ¿Las podemos llevar al Hogar Santa Mónica?, sino si las podíamos llevar a casa, ¡a su casa! Sienten el hogar como su casa.