La Familia Agustina Recoleta tiene en las hermanas recoletas la encarnación del carisma contemplativo agustino recoleto. Presentes en España, México, Kenia, Filipinas, Estados Unidos, Brasil, Guatemala, Costa Rica y Colombia, su labor principal es la oración constante por los más necesitados y para quienes trabajan por hacer del mundo un lugar mejor. Son medio centenar de monasterios en oración constante, también por los desfavorecidos, los que más sufren y los que trabajan por mejorar el mundo.
La pandemia ha vapuleado muchos monasterios, no solo de la familia Agustina Recoleta, que han pasado y están pasando unas circunstancias económicas muy difíciles, ya que la mayoría de sus fuentes de ingresos (fabricación de hostias, confección de ornamentos, fabricación de dulces, etc.) se han visto interrumpidas.
Sin embargo, a pesar de que los monasterios son lugares austeros, las monjas responden siempre a las llamadas a la solidaridad entre ellos y con los más pobres. En medio de estas dificultades, las Agustinas Recoletas han seguido aportando fondos o fabricando pan para atender a personas en graves dificultades, a través de ARCORES. Ellas son el principal sostén de la red internacional de solidaridad ARCORES, porque “sin Mí no podéis hacer nada”.
Oración
Dios de los pobres, Señor providente y misericordioso, conscientes de que tú sostienes, acompañas y proteges a todas tus criaturas, hoy te pedimos por los más pobres de nuestro mundo, por los excluidos, por los desvalidos, por los más vulnerables. Ponemos en tus brazos compasivos de Padre a los que pasan hambre, a los que viven en soledad, a los que migran de manera obligada a causa de las guerras y el odio racial y religioso, a las mujeres obligadas a prostituirse, a los niños abusados sexualmente, a los que no tienen lo necesario para vivir dignamente, a los que son injustamente encarcelados, a los que no tienen techo, a los que no consiguen trabajo, a los que viven el infierno de la dependencia de las drogas… a todos aquellos hermanos nuestros que sufren el drama de la injusticia social, de la desigualdad y de la persecución. Enciende en nosotros la actitud de la solidaridad con nuestros hermanos más necesitados y la valentía para generar redes desde las que atendamos a los hermanos más necesitados de nuestra sociedad. Padre de la misericordia, ablanda nuestro corazón para que sepamos escuchar la palabra de tu Hijo Jesucristo que nos dice, así como se comportó el buen samaritano, “haz tú lo mismo”.