El eslogan de la Jornada de Corazón Solidario de este año hace un guiño a la labor que, como cristianos, debemos realizar frente a la pandemia del coronavirus: Cuidar la vida, proteger la humanidad.
Con el objetivo de atender la protección de los más necesitados en este tiempo complejo que vivimos, la jornada busca promover la oración conjunta, y conseguir nuevos fondos y así paliar el daño social que esta provocando la pandemia.
Las restricciones en la movilidad y la paralización parcial de la economía en muchas partes del mundo han hecho que las personas que viven cerca del umbral de la pobreza, vean cómo sus posibilidades se reducen casi hasta la desaparición. Es el caso de aquellos con trabajos no formales o de personas desplazadas o migrantes.
El coronavirus ha puesto de manifiesto la grave situación en la que se encuentran cotidianamente muchas familias, y la ha agravado. Por ellos, desde ARCORES se han puesto en marcha numerosos proyectos para tratar de proteger la dignidad de esas personas, y contribuir a que cuenten con alimentos y productos básicos para seguir viviendo.
Reflexión
“Solo le pido a Dios que el mundo no me sea indiferente […]” Durante décadas varios hemos cantado junto a Mercedes Sosa esta plegaria, que se ha convertido en parte de nuestra tradición. Es hermoso cantar, pero es mucho más hermoso caminar cantando, como nos lo sugiere san Agustín. ¡Ojalá haya coherencia entre nuestra voz y nuestros actos! Tuvo que llegar el virus del covid19 para poner un freno a nuestra vida egoísta y darnos cuenta de la presencia de muchas personas a las que habíamos hecho invisibles a nuestros ojos.
Hoy la vida nos da la oportunidad de cambiar el rumbo de la humanidad. Pongamos manos a la obra para que podamos retornar a la normalidad del reencuentro fraterno, a la nueva normalidad de la equidad entre los hombres. Las grandes obras comienzan con pequeñas acciones. Que nuestro trabajo vaya acompañado por esta convicción y actuación: ¡El mundo ya no nos es indiferente!