Sofiano Neptalí Ayquipa es un religioso de la familia Agustina Recoleta que desempeña su labor de misionero en su tierra natal, en Perú. Oriundo de la ciudad de Arequipa, tras pasar por diversos lugares de España, ha vuelto a Chota para seguir transmitiendo fe y esperanza.
– Sofiano, cuéntanos cómo ha sido tu vida para llegar a ser misionero
Soy religioso y me desempeño como párroco de la parroquia Santa Mónica de Chota.
El camino para llegar a ser misionero lo comencé hace mucho tiempo, cuando siendo pequeño en la ciudad de Arequipa conocí a los Agustinos Recoletos. Recuerdo dos cosas puntuales que marcaron mi vida para siempre. La primera, es el ejemplo que recibí en casa, de mis abuelos, donde yo me crie. Ellos tenían un sentimiento muy especial para las cosas de Dios. Eran creyentes practicantes. Siempre se preocuparon por enseñarme sobre la religión. Recuerdo que algunas noches, reunían a toda la familia, para hablarnos de Dios, enseñarnos a rezar y recomendarnos que nunca dejemos de ir a misa. Como comprenderás, el templo se convirtió para mí en un lugar cercano y familiar; allí nos encontrábamos con los abuelos, los tíos, mi madre, mis primos. Todos íbamos con regularidad a la parroquia, que estaba cerca de casa; allí los religiosos Agustinos Recoletos, hacían su labor evangelizadora. Fue en ese lugar que los conocí y con el paso del tiempo, me iba familiarizando más con ellos; sobre todo cuando los escuchaba predicar sobre las misiones, que realizaban en diferentes partes del mundo, del trabajo pastoral que hacían con la gente en esas comunidades y las muchas anécdotas que les tocó vivir mientras hacían esta labor. Todas esas historias, que nos contaban yo las escuchaba siempre con mucho agrado. Fueron esos relatos los que me iban inquietando para ser como ellos y seguir sus pasos. Cosa que hoy estoy haciendo.
Esto te puede parecer muy tonto; pero para mí, fue como escuchar la voz Dios que me invitaba a seguirlo, para estar con él y servirle con estas cosas que ahora hago.
– ¿Dónde estás ahora? ¿Siempre has estado ahí o has tenido otras experiencias misioneras en el mundo?
En este momento me encuentro realizando mi labor pastoral en Chota – Perú.
En este lugar, tengo casi dos años, y antes de estar aquí, estuve por España sirviendo en otros ministerios donde la Orden está presente. En lo personal, considero que el hecho de haber salido a otros lugares, es una riqueza que me ha permitido conocer a más hermanos. Los lugares por donde he estado trabajando han sido Chiclayo, Chota (Perú), en Madrid, en San Millán de la Cogolla, en Salamanca (España) y en la actualidad he regresado a Chota.
– ¿Cuál es la labor del misionero?
Mi labor misionera como párroco es animar a las comunidades del campo y de la ciudad, que forman parte de la jurisdicción parroquial.
El trabajo misionero lo comparto con mis hermanos de hábito. Un religioso se encarga de la radio y los otros atendemos, cada uno, una zona de las tres con las que cuenta la parroquia en la ciudad. En el campo, tenemos también tres zonas que comprenden 30 capillas que, mediante un rol, son visitadas, a lo largo de dos meses. La atención a los enfermos es permanente en la parroquia. Este servicio se coordina con los encargados de la pastoral de la salud. Ellos nos avisan para salir y administrar algún Sacramento a los enfermos que lo requieran. En el tema de las catequesis de primera comunión y confirmación en el campo, yo coordino con los catequistas. Ellos son los responsables, los que llevan adelante esta labor con los jóvenes y los niños. En la ciudad, sucede algo parecido con las catequesis y en la atención a los grupos pastorales, que según la distribución de tareas me toca acompañar.
– ¿Qué te impulsó a ser misionero?
El deseo de servir y ayudar para caminar junto a las personas, compartiendo sus alegrías, sus esperanzas, sus preocupaciones. Te comento que, como misionero, en el camino por donde me ha tocado estar, he encontrado mucha gente herida, emocional y espiritualmente, que por muchos años han cargado con el peso de la culpa por no tener una persona que los ayudara a vencer ese dolor. Cuando te acercas y conversas con ellos, se dan cuenta de la atención y el cariño que les prestas. Te cuentan sus problemas y cuando ven que no les juzgas y que les escuchas y les aconsejas, notas un cambio en ellos, porque se dan cuenta que pueden superar sus problemas. Cuando pasa esto, no te imaginas la alegría que siento por ellos, al poderles ayudar y salir de esa situación de dolor.
– ¿Cómo es tu día a día?
El día empieza con la oración en la capilla, celebramos la misa y luego después de desayunar atiendo a las diferentes actividades que según agenda están programadas, ya sea para salir al campo o realizar reuniones de coordinación con los catequistas o los religiosos para animar y atender a las zonas y sectores de la parroquia. A la 1:15 de la tarde, rezamos en comunidad y luego compartimos la comida. En las tardes continuamos con las reuniones y las visitas por las casas en las asambleas familiares. Por la noche nos juntamos para rezar y luego de cenar pasamos a sala a comentar las cosas que nos ha pasado en el día, ver las noticias y luego ir a descansar o a terminar alguna tarea pendiente. Eso es más o menos lo que hago normalmente en el día.
– ¿Qué es lo que más feliz te hace? Puedes hablar de tu labor o de cosas del día a día, como tomar un café por la mañana.
Sin lugar a dudas, creo que lo que me hace feliz, es el poder juntarnos con los hermanos de la comunidad religiosa y compartir las experiencias pastorales del día. Por otro lado, me siento muy bien ayudando a la gente, ya sea en lo personal, espiritual o a veces con algún tipo de ayuda material, para con los feligreses del campo como a los de la cuidad, buscando hacer las cosas con mucho esmero y cariño.
– ¿Cuántos misioneros están contigo?
La comunidad, en la actualidad cuenta con un equipo de cuatro religiosos, de edades diversas, y con experiencias variadas y muy bonitas. Te comento sus nombres, seguro conoces alguno, pero igual te los menciono, en orden de profesión. Fray Ángel Herrán Palacios. (España), Fray José Estebas Martínez. (España), Fray Sofiano y Fray Nicolás Vigo (Perú).
– Cuéntanos alguna experiencia vital en tus años de misionero, algo que te haya marcado y te haya reafirmado en tu labor.
Creo que lo que va confirmando mi labor de misionero es ver que por cada lugar que he pasado he buscado sembrar cosas buenas en la gente. Te comento que un día un amigo me escribió para contarme el cambio que había experimentado una persona, de una parroquia determinada en la que trabajé por algún tiempo. Cuando estuve allí, esa persona se convirtió en una verdadera molestia, no me dejaba trabajar, siempre estaba poniendo pegas a todo y no había forma de tratar con él. Ahora que me comentan el cambio que ha experimentado esa persona, me llena de mucha alegría y me siento muy contento por él.