Roberto Carlos Alvarado Ramírez es misionero agustino recoleto en Pauní, Amazonas (Brasil). Nació en El Salvador hace 37 años y es religioso desde 2017.
Como preparación para el Domund, que se celebra este domingo, Roberto Carlos nos da su testimonio:
Inmigrante
Roberto Carlos en el río Purus. Foto de ARCORES España. Foto de R.C. Alvarado
«Dejar El Salvador para ir a Brasil supuso para mí un auténtico reto. Yo estaba acostumbrado a cambiar de lugar, ya que dejé a mi familia cuando tenía 20 años para ir a trabajar como inmigrante a Estados Unidos. También cuando comencé el proceso de formación para ser agustino recoleto estuve lejos de ellos. Siempre es un desafío comenzar de cero en un lugar desconocido.
Ser misionero siempre fue un sueño para mí y ahora se hacía realidad; estaba muy emocionado. Duele las distancia de la familia, de los amigos de siempre y el desapego de todo lo que vamos acumulando en este caminar vocacional. Pero, en compensación, Dios es siempre grande y nunca pide nada sin tener ya preparado algo mayor para llenar nuestras manos y nuestro corazón con nuevos amores.
Hacer de todo
Roberto Carlos celebrando la Eucaristía. Foto de R.C. Alvarado
Como agustino recoleto, tienes que aprender a ser «todólogo», es decir, aprender a hacer de todo para llevar para adelante la misión.En Pauiní, actualmente estoy sirviendo como administrador parroquial, porque no tenemos otro sacerdote. Estoy yo solo con un hermano religioso mayor.
Celebro sacramentos y administro la parroquia. También acompaño la formación de laicos en esta pequeña ciudad y realizo las visitas a las comunidades aisladas que viven a la orilla del río Purus, en lo que llamamos de desobriga (visita para formación y celebración de sacramentos, por lo menos dos veces al año, en esas comunidades que no tienen acceso a las celebraciones dominicales con misa).
Centro Esperanza
Centro Esperanza en Pauini. Foto de R.C. Alvarado
Además, intento acompañar la obra social del Centro Esperanza Pauini en la administración y acompañamiento espiritual. El Centro Esperanza, con el apoyo de ARCORES, busca rescatar a los niños y adolescentes en riesgo de violencia, prostitución, drogas y grupos delincuenciales. Aquí les ofrecemos formación, acompañamiento, deportes, alimentación y lo que podemos con las limitaciones de la falta de recursos económicos.
Sitio Frei Loreto en Pauini, Brasil. Foto de ARCORES Brasil
Gracias a la Jornada Corazón Solidario 2022, recibimos una ayuda para desarrollar el proyecto Sitio Ecológico Frei Loreto, un espacio para el cuidado del medio ambiente y la reforestación.
También es un lugar de diversión y formación para la sociedad de Pauini en general. Los beneficiados directos son los que reciben acompañamiento en el Centro Esperanza y los que participan de las pastorales de la Iglesia católica. Asimismo, en red con la secretaria de educación del municipio, estamos abriendo puertas y puentes para que pueda tener un alcance general.
Pueblo acogedor
Pueblo amazónico. Foto de R.C. Alvarado
De los amazónicos destaco su calidez y fraternidad. Son un pueblo acogedor, muy alegre y feliz, a pesar de la gran pobreza material. Siempre tienen una chispa de creatividad para la diversión y salir adelante. Es increíble la imaginación y la alegría acogedora de este pueblo.
De El Salvador echo de menos a mi familia, las comidas típicas y las amistades de infancia. La alimentación aquí es muy repetitiva, porque los alimentos llegan en barco y debe ser comida que no se estropee fácilmente. También la capacidad de adquisición de las familias es poca. Entonces, el comercio está limitado por la demanda de los productos tradicionales.
Ricos en espíritu
Roberto Carlos bautizando a una joven en Pauini, Brasil
Soy feliz en medio de esta linda y verde naturaleza y con las alegrías y la calidez en la acogida de este pueblo. Siempre transmito a mi familia y amigos lo dichoso que me siento por tener la oportunidad de estar aquí, de trabajar en lo que me gusta y tener tantas personas maravillosas que me quieren, me aceptan y me acogen como uno más de ellos.
Ojalá puedan ver también algo de nuestras necesidades y en la medida de lo posible, ayudarnos económicamente, para que podamos seguir apoyando a estas personas desfavorecidas materialmente, pero ricas en espíritu, alegría, fraternidad y creatividad.