Christian Cortés es docente de la Uniagustiniana de Bogotá y voluntario de ARCORES en CARDI, el centro de acompañamiento a enfermos y familias en México. En este artículo cuenta su experiencia.
Mi nombre es Christian Cortés, tengo 24 años y soy de Bogotá (Colombia), la tierra del café, las aves y las flores. Trabajo como docente en la UNIAGUSTINIANA y allí imparto clases en el Departamento de Humanidades. Sin embargo, hoy lo que quiero compartir con ustedes es mi experiencia como voluntario en el Centro de Acompañamiento y Recuperación de Desarrollo Integral A.C – CARDI, ubicado en la Ciudad de México.
Todo ha sido una gran aventura (y eso por decir poco) inicié mi servicio el día lunes 08 de diciembre de 2019 en el dispensario del mismo centro. Antes de comentar más acerca del trabajo que allí se realiza, quiero comentarles que el CARDI es realmente una gran obra y que ofrece los servicios de alimentos, medicamentos, lavado de ropa y duchas para familiares o responsables de los enfermos internos; pero todo lo que les mencioné anteriormente es sólo como dice Isabel la encargada del dispensario “el pretexto para hacer un verdadero acompañamiento”.
El dispensario es uno de los servicios que los usuarios más solicitan, pues allí encuentran sus medicamentos (recetados por el médico) a muy bajos precios, como aquí lo llaman “por un donativo”. Sin embargo, el proceso que hay detrás de la entrega de los medicamentos es bastante grande. Allí seleccionamos por año, tipo de medicina, nombre del compuesto activo, entre otros… les cuento que vengo de una familia que trabaja en el sector farmacéutico, todos en diferentes áreas, pero siempre he estado rodeado de recetas, fórmulas y mucha química; desde que reflexioné sobre este asunto he compartido con todos los otros voluntarios, que muy amablemente también comparten sus vidas conmigo, que la vida nos habla de muchas maneras, y sí que me habló en esta circunstancia… nunca había pensado en el lado humano de la industria, en la responsabilidad social no sólo del sector sino de las personas que trabajan en esta área y del bien o la alegría que puedan generar a causa de la esperanza por una mejora física.
Además, creo que Dios siempre es muy generoso, me ha permitido vivir otro tipo de experiencias como la de compartir el pan y el café con los niños y acudientes en el Hospital Infantil de México Federico Gómez y acompañar y testimoniar su presencia en la familia del Santa que años tras año reparte regalos y alegría a los niños del hospital.
No cabe duda de que cada día la razón de servir en el CARDI se hace más presente, que la espera por servir a los beneficiarios al final del día es la recompensar más grande que uno pueda tener, que los rostros de alegría de los niños no tienen comparación alguna y que la fe y esperanza con que acceden a ese gran lugar es el que permite que todo resulte en buenos términos. ¡Con cada día que pasa más me convenzo de la necesidad de llegar al encuentro con el otro y no hablo en términos paternalistas sino de iguales, de humanos, de hermanos… en Cristo!
Han sido trece días de muchos aprendizajes y confrontaciones personales con el propósito de resignificar algunas cosas de la vida misma. Un camino lleno de satisfacciones, sonrisas y fe.
Al CARDI, a ARCORES y la UNIAGUSTINIANA mil gracias por creen en mí, por permitirme vivir esta gran experiencia y por acompañarme en esta construcción por un futuro más prometedor para todos.