Nuestros compañeros de ARCORES Perú también han hecho frente al coronavirus desde el corazón; de ahí que ningún título mejor para su campaña que: ‘Corazones inquietos para servir’.
Impulsada por el vicario provincial, nuestra familia de Perú, del 25 de abril hasta el 9 de junio, a través de las redes sociales y desde las cinco parroquias que atiende la familia recoleta en el país, desarrollaba una campaña para disponer de fondos con que ayudar a las personas más vulnerables. La idea era atender a aquellos a los que no han llegado ni el Estado, ni Cáritas ni ninguna otra institución de ayuda, y ofrecerles un conjunto significativo de alimentos básicos. El reparto se realizaba sin mucha demora.
Las parroquias colaboradoras en este programa han sido Santa María Magdalena, Nuestra Señora de la Consolación, Espíritu Santo, Dulce Nombre de Jesús y Santa Mónica. Asimismo, merece resaltarse que la parroquia Santa Rita de Casia, en la capital, ha promovido por su cuenta una campaña y ha entregado los recursos recibidos a la feligresía.
Los productos recogidos, procedentes sobre todo de los miembros de las parroquias, van destinados a más de 200 familias que sufren notables carencias económicas debidas, en particular, al coronavirus. Además, también se prevé ayudar a dichas familias durante los meses de junio, julio y agosto.
Reflexión
Muchas veces vemos el número de pobres y necesitados en el mundo y nos quedamos solo con el dato estadístico, sin darnos cuenta de que son personas. Cuando surgen proyectos de ayuda a personas necesitadas es esencial el enfoque en la dignidad de la persona humana. Los pobres siempre están confiando en la misericordia de Dios y nosotros podemos ser este rostro de misericordia, en cosas simples, pero que serán muy significativas para quienes las reciban. Podemos cambiar el mundo y darle otra cara, la cara de una sociedad igualitaria y solidaria. Necesitamos de un mundo justo y fraterno en el que todos nos relacionemos y comportemos como hermanos.