El equipo técnico de ARCORES Venezuela tuvo la oportunidad de visitar la casa de paso “La Divina Providencia”, allí se evidenció la dura realidad que viven los venezolanos que cruzan hacia Colombia en busca de un futuro mejor.
Desde hace dos años funciona esta noble obra en el municipio Villa del Rosario del departamento colombiano Norte de Santander, a menos de 500 metros del puente Simón Bolívar. Diariamente se les sirve desayunos y almuerzos a más de 4.000 personas, en su mayoría inmigrantes venezolanos.
Jean Carlos Andrade, coordinador de la Casa de Paso, señaló que este proyecto surgió para ayudar a los miles de inmigrantes que salían de Venezuela por la frontera, especialmente al ver el estado de desnutrición con el que llegaban muchos niños a Cúcuta.
Sumado a los alimentos, en la Divina Providencia se hacen eucaristías y jornadas de salud para quienes lo requieran.
En el hogar de paso también llegan ciudadanos colombianos, habitantes de calle y personas en estado de vulnerabilidad.
El comedor es atendido por voluntarios venezolanos y otros colaboradores colombianos. Los de Venezuela anteriormente comían allí, pero decidieron prestar el servicio a sus otros compatriotas.
“Llegamos sirviéndole a Dios y a nuestros hermanos venezolanos”, dice Diomel López oriundo del estado Falcón y residenciado hace más de seis meses en Cúcuta. “Me siento conforme con este trabajo”, aseguró el voluntario.
Llanto, desnutrición, desmayos, niños con hambre y personas que no saben a dónde ir, son algunas de las vivencias ajenas que han tenido que presenciar los colaboradores.
Fabiola Ruiz, jefa de cocina y voluntaria, señaló que muchas de las personas que acuden a la casa de paso, pasan el Puente Internacional Simón Bolívar simplemente para comer y se van de regreso a Venezuela; otros son inmigrantes que viven en Cúcuta. También acuden los que necesitan fuerzas para continuar la procesión por territorio colombiano rumbo a otros países.
“Son muchos sentimientos encontrados por parte de los colombianos. Hay quienes sienten rabia ante la impotencia de no poder parar tanta migración. Pero también están las personas que han sido tocadas y vienen a colaborar aquí día a día. Siempre oramos para que la situación cambie, porque solo Dios puede transformar esto. No hay más nada que hacer, simplemente se debe ayudar”, expresó entre lágrimas Ruiz.
ARCORES Venezuela y su loable labor por los niños y ancianos olvidados tras el éxodo migratorio
La ruptura familiar y la orfandad de unos niños que quedan a cargo generalmente de sus abuelos son los efectos internos que deja la diáspora venezolana.
Ante esta realidad, nuestra Red Solidaria busca que los afectados no sientan soledad y tristeza, sino que se sientan acompañados. Por este motivo se sigue destinando fondos para el fortalecimiento de las casas hogares y los ancianatos que se han visto debilitado en medio de la crisis económica, así como comedores y ollas solidarias donde actualmente se atienden con servicios de alimentación a las personas de la tercera edad y sus nietos, quienes han quedado bajo su cuidado.