María Eugenia Trujillo es una de las coordinadoras y voluntarias de ARCORES Costa Rica. Ella nos relata a través de su testimonio su experiencia dentro de la Red Solidaria.
Mi nombre es María Eugenia Trujillo y desde la ventana de mi edad adulta miro hacia atrás y descubro en mis años lozanos de juventud que soñaba con un mundo mejor, ingenuamente pensaba que pequeñas obras transformaban el mundo y fue así como me involucré en diferentes organizaciones de ayuda social.
Fue a principios del año 2001, cuando me encontré en mi nuevo país de residencia Costa Rica, ya que soy de nacionalidad colombiana, con una familia que Dios puso en mi camino, una familia que hoy me da identidad como cristiana, como ser humano; la familia Agustino Recoleta.
Inicié como hermana fraterna y con el pasar de los años vi nacer desde que era un pensamiento el Centro de espiritualidad CEAR de Costa Rica. El CEAR ha sido la cereza en el pastel de mi experiencia espiritual, un proceso en el que entiendes la dimensión del decir y sentir, “soy humana” y desde allí lanzarte al mundo con ímpetu, con alegría desbordada, y sobre todo con la mejor compañía, la única que le da sentido a nuestra existencia: “el maestro interior”.
Cuando el maestro interior llega a tu vida, sabes que no es para quedártelo para ti egoístamente, es para compartirlo y es allí donde siempre he pensado que no existe espiritualidad sino abrazas al que sufre, sino luchas por ese pequeño mundo mejor. Es el momento en que empezamos a trascender como personas, salgo de mí para llegar al otro y ese otro tiene rostro, el rostro del abandono, el rostro del hambre, del desempleo, del sin sentido, de la soledad y de tantas situaciones en la que ha llegado muchos sectores de nuestra sociedad.
Con Esta inquietud y apoyados como equipo fuimos creando proyectos como “Calle Esperanza” hoy con 60 voluntarios que se van rotando para llegar a los habitantes de la calle, con alimento, sweaters, cobijas, pero lo más importante, amor y abrazos, que les recuerda la grandeza de su humanidad.
También contamos con el proyecto “Maestros de esperanza”, que brinda atención al adulto mayor, muchos de ellos abandonados y ente charlas médicas y recreación redescubren su juventud perdida y por unas horas nos enriquecen con la sabiduría que solo dan los años.
Todo ello forma parte de ARCORES Costa Rica, pequeños pasos que nos han motivado a iniciar un reto que impacte no solo a las áreas que trabajamos, sino que pueda asistir zonas de misión y vulnerabilidad de la población.
Mientras escribo estas notas, recuerdo una frase que alguien muy cercano me repetía “dejamos lo que poseemos y nos llevamos lo que damos”. Frase que intento aplicar en mi vida con mucha alegría cada día, esa es la clave de la felicidad, esa es la clave del “darse”, esa es la clave de los valores evangélicos que se traduce en “ama a Dios y al prójimo como a ti mismo”
Con una sonrisa de plenitud en mi rostro, hoy doy gracias a Dios por el gran regalo de un carisma, un carisma con muchos nombres: ARCORES, fraternidad y CEAR, cada uno con un rostro, pero todos impregnados de la luz del Espíritu Santo y del amor de Dios para seguir sumando, para seguir caminando…