Hoy 12 de junio se celebra el Día Mundial Contra el Trabajo Infantil. Esta fecha se estableció para generar conciencia sobre la trata de personas y los estragos que provoca el trabajo forzoso en la vida de los niños.
Unos 168 millones de menores de edad trabajan en el mundo. Eso significa que no van a la escuela. Por ende, no tienen tiempo para jugar y en muchos casos, ni siquiera reciben la alimentación y los cuidados apropiados. Así lo informó la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Según las estadísticas de la ONU, de los 168 millones de niños obligados a trabajar, casi la mitad están expuestos a los peores tratos. Ambientes peligrosos, esclavitud, y otras formas de trabajo forzoso; actividades ilícitas que incluyen el tráfico de drogas y prostitución, así como su participación involuntaria en los conflictos armados.
Para concientizar acerca de este problema y unificar esfuerzos para erradicarlo, la OIT lanzó en 2002 el “Día mundial contra el trabajo infantil”.
La Agenda 2030 para el desarrollo sostenible, establece en su objetivo #8: Trabajo decente y crecimiento económico, el compromiso para acabar con el trabajo infantil. El acuerdo insta a “adoptar medidas inmediatas y eficaces para erradicar el trabajo forzoso; poner fin a las formas contemporáneas de esclavitud y la trata de seres humanos; y asegurar la prohibición y eliminación de las peores formas de trabajo infantil, incluidos el reclutamiento y la utilización de niños soldados; y para 2025, poner fin al trabajo de infantes en todas sus formas”.
ARCORES siguiendo este objetivo a través de los Centros de Esperanza y el Programa Internacional de Educación, ratifican el compromiso en la lucha contra el trabajo infantil.
Los Centros Esperanza: en defensa de los derechos de los niños
Multitud de circunstancias han hecho que en Brasil los derechos de los niños sean violados continuamente. En las familias más pobres y de entorno rural, uno de cada cuatro trabajadores es menor de edad. Para las niñas salir a la calle es un riesgo. Corren el peligro de ser violadas o secuestradas. Y si no, sus familias les obligan a contraer matrimonio prematuramente.
Con esta situación, los niños y niñas de Lábrea, Tapauá y Pauiní, como el resto de los infantes de la extensa región amazónica brasileña, quedan expuestos a la violencia intrafamiliar y social, incluyendo las agresiones sexuales; a la explotación laboral; a la captación por las bandas y a la delincuencia.
En este contexto realizan su importante labor los Centros Esperanza, impulsados y gestionados por la Orden de Agustinos Recoletos. El trabajo de estos centros, del que se benefician 700 menores de Brasil, es principalmente por los derechos de los niños; por cuidarles de que crezcan sin carencias y sin amenazas.
Los Centros Esperanza son espacios preventivos que ofrecen a los menores capacitación semiprofesional y artística; apoyan su escolarización, abren espacios amplios y seguros de recreación y les da una comida diaria.
Programa Internacional de Educación: un motor imprescindible para el desarrollo humano y la transformación social
Esta iniciativa nace para promocionar la educación de calidad para los más vulnerables en los lugares donde la familia agustino recoleta está presente.
Abarca el apoyo a la escolarización y permanencia en el sistema educativo de 90 niños de Venezuela, 20 niños de Ecuador y 40 niños de Guatemala. Asimismo, permitirá que la red de escuelas de las misiones de Agustinos Recoletos de Kamabai y Kamalo en Sierra Leona pueda pagar el salario de siete profesores de escuelas primarias de ámbito rural, garantizando su desempeño. Este programa beneficiará a 700 niños de Sierra Leona.
Esta iniciativa conjuga dos prioridades estratégicas de la Red Solidaria Internacional ARCORES. Por un lado, la promoción de los derechos de la infancia; y por el otro, la educación.