Entre los síntomas más dramáticos de la crisis económica venezolana están la escasez de alimentos y los estragos causados por el hambre.
Para contrarrestar esta realidad, ARCORES junto a la familia Agustino Recoleta cumple fielmente el compartir un plato de comida a los más necesitados, pues la falta de alimentos y el alto costo de la vida ha golpeado los hogares de millones de venezolanos y los larenses no son la excepción, especialmente en aquellos sectores más vulnerables, donde viven niños, adultos mayores y personas que padecen de alguna discapacidad.
Los frailes agustinos recoletos y los voluntarios de los grupos de apostolados de las parroquias Nuestra Señora de La Consolación y Sagrado Corazón de Jesús pertenecientes al municipio Iribarren de Barquisimeto, Estado Lara, se unen para llevar a cabo las “ollas comunitarias”, donde ofrecen nutrición a través de una sopa a más de 300 personas.
La olla comunitaria se lleva a cabo cada 15 días en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús en la urbanización Fundalara que atiende a 120 personas. En las localidades de La Lagunita, Alto de la Flores y Yacural se realiza toda la semana los días sábado, atendiendo a más de 180 beneficiarios, cada semana variando en un sector diferente.
El fray José Luis Uruñuela, quien dirige estas dos parroquias, señaló: “las ayudas que hacemos van direccionadas en dos posiciones: alimentación, con las ollas comunitarias; y salud, con el programa ‘Remedio entre todos’, donde la comunidad dona medicamentos y otros insumos que se les entrega a las personas que lo ameritan, también tenemos el consultorio de Yacural”. Además, indicó que esperan tener en cada sector una olla todas las semanas, en vista de la situación de hambruna que vive la población más desprotegida. Agradeció el aporte de la Red Solidaria Internacional: “ARCORES te permite soñar más alto, te da la certeza y la seguridad de que tienes un respaldo, y de esta manera seguir ayudando al prójimo”.
Una taza de sopa, el único alimento del día
Los beneficiarios hacen sus filas con tazas, envases de mayonesa, margarina y vasos plásticos en mano. Los rostros de niños, personas arropadas por la incertidumbre y abuelos resaltaban entre la gente que esperaba con ansias y alegría le sirvieran este manjar, la única comida del día para muchos de ellos.
En Fundalara, además de atender a los más desfavorecidos que llegan hasta el lugar del reparto, llevan la comida a los enfermos y discapacitados que se encuentran en sus hogares, también dirigen esta ayuda a un grupo de reclusas que viven en condiciones infrahumanas dentro del centro penitenciario.
Algunos beneficiarios dependen mucho de esta obra social, tal es el caso del señor Jorge Droes, quien junto a su esposa y sus dos hijos, logran satisfacer el hambre que el desempleo y la crisis deja en sus vidas. “Contamos los días, esperando a que llegue el momento de la sopa, no solo por el alimento, si no por el amor y el compartir entre hermanos. Hay muchas familias que al igual que nosotros no cuentan con nada, solo con la comida que acá se nos da”.
Ollas comunitarias, una vocación de servicio
Las ollas comunitarias han permitido descubrir la solidaridad y la generosidad del pueblo venezolano en tiempos de crisis. Cada vez es más difícil conseguir alimentos para satisfacer las necesidades de una demanda cada vez mayor, pero la colaboración de la gente está haciendo esta situación un poco más llevadera. Cada uno colabora con lo que tiene. El servicio al prójimo, predomina. Es un encuentro organizado en el que cada quien pone sus talentos al servicio de los demás.
Arnaldo Grande, voluntario de la olla que se realiza en Yacural, manifestó: “Me siento feliz y lleno de Dios, ver los rostros de felicidad y esperanza de los que vienen a comer es la mayor recompensa para nosotros”.
Esta acción social es una invitación a la solidaridad y el acompañamiento, con tu aporte a través del gesto inmediato y sencillo de la caridad, continuaremos con el servicio y generosidad para la población más necesitada.